sábado, 17 de marzo de 2018

Escalando en Tailandia 2017. Regreso a la Península de Phra Nang (Railay/Tonsai). Parte III: Escalada.

Viene de aquí:  


 10 y 11 de octubre de 2017-( martes - miércoles)

Hemos desayunado en el Legacy bien temprano y nos hemos ido a escalar a la playa. Después de que  Gema se pelease con Schlingel Max y yo por última vez con Don Quijote de la Mancha,  nos terminamos de convencer que esa no es nuestra guerra y emigramos, aprovechando la marea baja, ha conocer la playa de Phra Nang al sur de la península.

Nos encanta el sitio, la playa es espectacular, el mar está límpio e invita al baño. En un extremo hay un par de pequeñas cuevas dedicadas a la Princesa de Phra Nang.  Estas dos cuevas son muy curiosas a los ojos de un occidental por estar repletas de ofrendas fálicas, pero también hay palitos de incienso, flores y hasta comida que los locales y los hombres de mar ofrecen a la princesa cuando se les concedidos sus ruegos.

Cueva de la princesa de Phra Nang (cavidad secundaria)




Playa de Phra Nang desde la Cueva de la Princesa
Según la tradición  local la creencia en el  lingam y el útero santo creará fertilidad y prosperidad para toda la tierra y la humanidad
Lo que también tiene la playa de Phra Nang, y que la hace especialmente atractiva para los escaladores, es un acantilado rocoso con desplomes de hasta 90 grados, donde sobre todo los más fuertes pueden disfrutar de espectaculares vías a pie de playa a completo refugio de la lluvia (aunque esto último es obvio y comprobaríamos personalmente días después, aun no lo habíamos interiorizado y nos hizo perder casi un día de desesperante monzón)

Por suerte no todo es duro, en el sector "Phra Nang Beach", también existen 3 ó 4 vías asequibles que las tiendas locales usan para impartir cursillos y bautismos de escalada; por esta misma razón suelen tener mucho trasiego y parece que por ellas nunca se detiene el hormigueo constante de escaladores nóveles. Estas vías son mucho menos desplomadas pero están igualmente a refugio de la lluvia.

Para darles un tiento se trata de tener paciencia, entre cursillo y cursillo quedan libres, y todo el mundo tiene su oportunidad. Nosotros aprovechamos la nuestra para encadenar nuestra primera vía tailandesa de 2017, Phra Nang Princess (V+)

No has estado aquí si no te has hecho una foto "sujetando" esta estalactita.
Detrás de mí, un escalador local da un cursillo en una de las pocas vías fáciles del sector.
Repetimos plan al día siguiente, la marea nos es favorable y permite llegar a Railay Oeste fácilmente. Desde allí llegar a Railay Este es coser y cantar, lo mismo que dar con el sector One, Two, Three Wall en el extremo de la playa.

Tailandia - Península de Phra Nang - Railay Este - Sectores One Two Three y Mua Thai
Railey Este - Sectores  One Two Three y Mua Thai Wall
Por fin empezamos a escalar de verdad, después de calentar en Samy Boy, un 6a cortito que ya conocíamos y que no tiene mayor dificultad, nos pasamos a la vía de su derecha que ya es un víote, si no por la dificultad sí por lo estético: Selee (6a+) pone aprueba nuestras habilidades y sobre todo nos da la medida del estado de nuestra fuerza mental:  la falta de rodaje, los anillos de cuerda como seguros fijos, los alejillos...  paso un poco de miedo y eso determina que me la lleve al segundo pegue, pero me divierto y siento un chute de motivación. Gema le da también dos top ropes y baja con sonrisa de plena satisfacción. Hemos venido a esto y aquí estamos.

En el sector Mua Thai, contiguo al One Two Three, nos llevamos también Nuat Him otro 6a+ súper bonito que escogemos tanto por grado como por lo espectacular de su línea.  Estamos pasando el kulunguele justo para empezar a rodar y escalando metros de excelente roca tailandesa, lo estamos gozando.

Acabamos la jornada vertical en la muy cercana  playa de Phra Nang donde nos apuntamos otra de las escasas vías fáciles entre comillas, porque  "Money Maker" (6a) se las trae y tampoco me sale a vista.

Satisfechas las ganas de escalar, pasamos el tiempo viendo escalar a otros y bañándonos en las templadas aguas del mar de Andamán.  Estamos remontando el ánimo a velocidad de vértigo.


Playa de Phra Nang, con estos desplomes es posible escalar aunque esté cayendo la del pulpo.  Sólo hace falta estar "un poquito" fuerte.
Antes de volver a Tonsai asistimos en esta playa al espectáculo de la puesta de sol). Hemos visto pocas tan hermosas como esta y todas son recuerdos imborrables: en Phi-Phi, no muy lejos de donde estamos y las de Collado Jermoso en Picos de Europa.  Un espectáculo magnífico. La vida merece más la pena pudiendo participar de momentos como estos.

Puesta de sol en Phra Nang Beach
Phra Nang Beach - Atardecer en agosto de 2017

Después de la puesta de sol iniciamos el camino de regreso, cuando llegamos al extremo de Railay Oeste nos encontramos la marea baja y por tanto expedito el camino para pasar a Tonsai, pero  ya es de noche y no hemos traído los frontales: Imposible  por tanto cruzar por el camino que unos metros por encima del nivel del mar  atraviesa una zona de jungla.

Iluminados por la luz de la luna nos metemos en el mar y bordeamos la costa andando junto a los arrecifes.   Me ha costado un poco convencer a Gema pero de las opciones posibles ésta es la más fácil, la más rápida y la que creo menos peligrosa sin frontal.

Estamos solos, inmersos en un mar tranquilo que nos cubre a medio muslo y si no fuera por el vaivén de las pequeñas olas, el silencio sería absoluto. No es algo peligroso ni mucho menos pero sí bastante emocionante.

Al doblar un cabo rocoso tenemos a la vista la playa de  Tonsai y nos podemos alejar un poco de la línea de mar para caminar entre rocas y arrecifes.  Por fin llegamos a la playa. Han sido 500 metros muy intensos. Más adelante, con la luz del día, nos daremos cuenta de que con una marea baja como ésta, sorteando algunos bloques, se pasa de una playa a otra sin necesidad de meterse en el mar.
Todos los escaladores que se alojan en Tonsai acaban sus jornadas de escalada tomando una cerveza en el Freedom Bar.  El Freedom es el último superviviente de lo que fue Tonsai y aun hoy, es una isla de luz en la oscuridad  de la playa.

Freedom Bar de Tonsai Beach, en la península de Phra Nang
Freedom Bar de Tonsai Beach a plena luz del día.  Los clientes miran hacia las líneas de escalada que desafiarán más tarde.
La Chang, es una de las más baratas y populares cervezas de TailandiaCon una Chang en la mano y acoplados en una de sus plataformas de madera cubiertas con esterillas de ratán, asistimos a los últimos pegues de aquellos a los que aun le quedan fuerzas para medirse con la roca  iluminada que está sobre el bar.  Una precaria escalera de bambú conduce a la repisa desde donde pueden alcanzarse los primeros seguros de las vías.  A veces, hordas de monos cangrejeros cruzan por esa misma pared de lado a lado camino de sus cobijos en la jungla. Cuando esto pasa los clientes del Freedom guardan mayoritariamente  silencio en respeto para quienes son los auténticos dueños de las paredes rocosas de Tonsai.

Apurada la cerveza, cruzamos la playa de punta a punta y disfrutando cada paso, sin que el tiempo sea algo de lo que preocuparse, volvemos a nuestra casa/cabaña del Pasook donde una ducha fresquita nos barre el sudor y el salitre de la piel.

Después de la ducha y vestidos con ropa de algodón seca y limpia, un lujo reservado exclusivamente para la noche en un clima tan húmedo como el tailandés, nos ponemos en marcha desandando la pista por la que vinimos de la playa hasta el chiringuito Sao Legacy, el bar restaurante donde con poquísimas excepciones hicimos todos nuestros desayunos y cenas en Tonsai.

El Legacy es un sitio sencillo en el que se sirven abundantes raciones de buena comida thai y por un precio sumamente razonable.  Lo lleva una familia encantadora, pero la que siempre está al pie del cañón, la persona cuyas manos manos manejan los fogones y cuya esencia impregna cada esquina del local es Sao. Su marido, su hermana y su cuñado el  "Boatman", terminan de dotar a este pequeño rincón de la calidez humana que necesitamos ahora que estamos lejos de familia y amigos. Aquí nos sentimos especialmente bien desde el primer minuto en el que nuestras posaderas aterrizaron en el bambú de sus sillas y encontramos muy pocas razones para faltar a nuestras dos citas diarias.


12 de octubre

El mejor restaurante para desayunar, comer o cenar en Tonsai.  Sao, su propietaria, además de tener exquisitas manos para la cocina es la bondad y la amabilidad personificada.
Restaurante Sao Legacy con nosotros desyunando, Sao a los fogones y otro comensal
El doce de octubre es fiesta nacional en España, donde está al rojo vivo el  asunto catalán. En Tailandia no son aún las 8 de  la mañana y nosotros celebramos la vida arrancando los motores en "el Legacy": un par de cafés con leche, una tortilla francesa con queso y un "muesli fruit yogurt" componen nuestros desayunos favoritos y nos recargan de energía para iniciar el día.

08:46 Playa de Tonsai
En estos primeros días estamos creando las rutinas a las que nos ceñiríamos durante las dos semanas venideras, pero no pensamos en ello mientras cruzamos la playa de Tonsai hasta el extremo del Freedom Bar. En días como hoy en los que la marea está baja, es fácil bordear la costa (no hay necesidad de meterse en el mar como hicimos por desconocimiento y falta de frontal el día anterior), doblar el pequeño cabo y llegar a Railay Oeste, desde donde se puede acceder a cualquier otro punto de la Península de Phra Nang.

Si la marea no está muy alta, también se puede llegar a la playa de Railay Oeste por el camino que pegado a los acantilados atraviesa una pequeña jungla.  Ambas opciones son muy parecidas y llevan al mismo sitio.

Poco a poco vamos alejándonos de Tonsai, estas rocas que durante la marea alta quedan bajo el agua, pueden que estén salvando a Tonsai de la deforestación para convertirlo en un destino turístico convencional... hay quien dice que un buldozzer ya limpió de rocas la playa de Railay Oeste y que aquí ocurrirá lo mismo; cruzo los dedos para que no sea así.
El camino de la costa finaliza en Railay Oeste justo en este punto

Railay Oeste a las 9:05 de la mañana con el monzón apunto de descargar
El cielo no miente, hasta ahora hemos ido sorteando el monzón más o menos con mucha suerte, pero esta vez no va a ser así. Nos hacemos sólo dos preguntas:  cuanto va a tardar en descargar y durante cuanto tiempo.

La respuesta a la primera pregunta no se hace esperar, no hemos puesto aun un pie en Railay Este cuando se desata el diluvio.  Al principio nos guarecemos en la marquesina de un chiringuito playero, pero como la cosa va en serio y en Asia cuando llueve, llueve de verdad, acabamos dentro desayunando por segunda vez sin mucha fe en que la cosa vaya para poco tiempo.


El interior de este chiringuito en el camino entre las dos Railays nos sirvió de refugio
mientras nos veíamos obligados a desayunar por segunda vez.  Las banderolas rojigualdas
no son ningún mensaje subliminal, es 12 de octubre y nos acordamos un poquito de nuestro
desastroso país.

El monzón da una falsa tregua, suficiente para abandonar nuestro refugio. Si la cosa fuera en serio las porosa roca tailandesa secaría enseguida y se podría escalar, pero no va a ser así.

Llegando al sector Mua Thai vuelve el diluvio y tenemos que volver a refugiarnos, esta vez en el chiringuito que está en el cruce de caminos entre Railay Este y la playa de Phra Nang.

Después de un par de horas jarreando y confusos sobre que deberíamos hacer, acabamos haciendo un almuerzo temprano; Aun no hemos movido un músculo y ya hemos desayunado dos veces y acabado de comer, y mientras tanto no ha dejado de jarrear agua.

Llega un momento en el que se nos acaba la paciencia. Evidentemente en este punto del viaje aun no hemos tomado conciencia de las posibilidades que tiene en días lluviosos, la escalada en la playa de Phra Nang. Necesitamos ponernos en marcha o vamos a explotar de de desesperación.

Con la imagen mental de nuestros "piji-caros"  Gore-Tex colgados en un clavo de la cabaña del Pasook, decidimos no ser tan ratas y gastarnos un par de euros en unos chubasqueros de plástico con forma de poncho que usan aquí todos los locales dispuestos a, cuando menos, darnos un paseo por la playa.

No nos hemos terminado de poner los chubasqueros, cuando la lluvia cesa de golpe y sale el sol.  Esto es Asia señores.
Sector Mua Thai con la marea en fase de crecida.

No perdemos ni un segundo, la roca tailandesa es sorprendentemente porosa y, salvo las rutas que discurren bajo las estalactitas más activas, todo lo demás es escalable en cuanto deja de llover.

Sin embargo aquí la naturaleza está muy viva y continuamente determina horarios y actividades que se pueden o no llevar a cabo. Ahora es la marea la que juega en nuestra contra, tanto el sector Mua Thai como el One Two Three pierden su pie de vía en la fase de pleamar. Por suerte para nosotros la lluvia se ha retirado un par de horas antes de que el mar pueda salvar el último obstáculo rocoso y cubrir por completo el pie de vía.

En esta ventana de tiempo escalamos las siguientes vías:

Anónima (6b) - Variante izquierda de Nuat Him - Muai Thai Wall *** Recomendable al 100% el desplome con la chorrera del final es una pasada.

Short and Savage (6b) - One, Two, Three Wall.  Como su nombre indica, pequeña y explosiva placa. Divertida y difícil a vista.

Giggering for climbing (5) - One, Two, Three Wall
Ling Noi (Little Monkey) (5) - One, Two, Three Wall
 

Playa de Phra Nang a pocos minutos de la puesta de sol
Playa de Phra Nang, a pocos minutos de la puesta de sol.

Acabamos el día en la Playa de Phra Nang sin perdonar el baño.   A pesar de que hemos sido pasados por agua y de que el mar está menos templado que en días anteriores, cumplimos con el ritual y no nos arrepentimos.  Como premio, asistimos a una nueva puesta de sol. Los atardeceres de esta playa son algo a lo que facilmente nos podríamos habituar y de los que no nos cansaríamos nunca.

Puesta de sol en la playa de Phra Nang en la península del mismo nombre.
Playa de Phra Nang - Puesta de sol

El regreso a Tonsai volvió a tener chicha: Nos volvimos  a dejar los frontales en la cabaña del Pasook, la marea estaba un poco más alta y el mar un poco más activo.  No hubo manera de convencer a Gema de volver a repetir el "paseo marítimo" del día anterior y, aunque el convencido en este caso no era yo precisamente, no hubo otra que tomar el camino superior, el que atraviesa la jungla pegada al acantilado.

La luz de luna que permite ver lo suficiente por la costa, no penetra la densa vegetación, y aunque hay una cuerda que marca la mayor parte del recorrido, llegado un punto nos invade la oscuridad total. Avanzamos a tientas agarrados a la cuerda hasta que unos metros más adelante, esta también se acaba y nuestro avance se frena en seco.  Somos conscientes de que no podemos seguir y que volver nos va a costar sudor y lágrimas. Con un terreno como el que pisamos, un resbalón y lo más fácil es acabar con un tobillo roto.

Nuestra estúpida situación de desamparo no dura mucho, por suerte para nosotros no pasan más de cinco largos minutos hasta que un grupo de franceses nos da alcance. Todos van con frontales y se ofrecen a guiarnos.   Salimos del atolladero porque el destino nos ha sido favorable.  No  volveremos a tentar la suerte de esta manera tan estúpida.

De vuelta al Pasook, sale a recibirnos una familia gatuna de la que nos hemos hecho amigos. A la gata madre la conocimos en 2014 y ahora nos la hemos encontrado con una camada de tres gatitos.

A veces los tenemos a todos en el porche o entrando y saliendo de la cabaña curiosos.   Son pacíficos, relativamente cariñosos y nos gusta su compañía. Su presencia además, mantiene alejadas otras  visitas menos deseables.

Nuestra gatita tailandesa

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