viernes, 23 de junio de 2017

Camino de Santiago desde Madrid en bici. Capítulo 2º: Entrenamiento.

A pesar de haber mantenido durante años la pasion por el mountain bike un día descubrí la escalada y aquello revolucionó totalmente mi manera de vivir. No es que ya no me gustara la bici, es que dejé de encontrar tiempo que dedicarla.

Cuando volví a opositar, se invirtió la disponibilidad del tiempo: escalar implica desplazamientos  en coche y un mínimo de cuatro horas para empezar a disfrutar. Montar en bici me dejaba satisfecho en dos o tres horas saliendo desde la puerta de casa. Asi que el mountain bike reapareció en mi vida de  nuevo.  Cuando aprobé, la escalada retomó su lugar y la bici volvió a quedar aparcada salvo como transporte urbano ocasional.

La idea de volver a hacer el Camino de Santiago nunca me ha abandonado del todo, pero ante la falta de materialización, la forma de hacerlo  ha ido mutando en mi cabeza hasta que finalmente este año sopla el viento a favor con una fuerza de 5 días libres que sumados a sus correspondientes fines de semana y un festivo en agosto hacen un total de 10 días,  justos pero suficientes para hacerlo en bici por un recorrido nuevo que parte desde la puerta de mi casa: El Camino de Santiago desde Madrid.

Esta introducción sirve para dar pie a esta entrada que irá creciendo con las distintas sesiones de entrenamiento que empezaron hace un mes y que espero que me lleven desde una forma física ciclista inexistente hasta la suficiente como para disfrutar El Camino y tener un mínimo de posibilidades de terminarlo en el comentado plazo de 10 días.

Montar en bici solo se puede llegar a disfrutar, hay mucha gente que lo hace de manera habitual y yo lo he hecho cuando ha tocado o cuando los planes colectivos que me surgían no me convencían más que la ruta que tenía en mente... pero en los primeros días, esos en los que en ningún desarrollo estás cómodo, que el sillín resulta incómodo, que tienes que meter el piñón más grande ante la primera rampa que se presenta, echaba de menos la compañía y la motivación de ir con alguien.

En mi círculo social ya no quedan ciclistas, así que  recurrí a Internet  y la semana pasada salí a  montar con un chico de un grupo surgido de  Foro MTB.  Juntos fuimos al Pardo a hacer su circuito habitual.  Como conclusión  llevé bien los kilómetros (47) y  tecnicamente el circuito, pero él tuvo que bajar mucho el ritmo y es bastante seguro que se aburriera un poco de más.

Creo que es pretencioso y quizás egoísta intentar montar con gente cuando mis piernas están aun tan verdes. Esta parte, o quizás todo el proceso de puesta a punto, me va a tocar hacerlo solo.  Al fin  y al cabo así es como tengo pensado hacer "El Camino" y rodar a mi aire me vale de entrenamiento mental y físico.

Me he planteado dos salidas semanales, en la primera el objetivo es darme un palizón y a medida que lo vaya asimilando ir aumentando kilómetros, desnivel o tiempo sobre la bici a fin de mantener el trabajo de intensidad,  mientras que  en la segunda salida, más corta, rodar entre  40 o 50  kilómetros y superar las dos horas sobre la bici.

Lunes 19 de junio 2017

El lunes a las 6 de la tarde, con un poco de respiro en las temperaturas, salí con destino al carril bici de la carretera de Colmenar, atravesando Madrid Río ya me di cuenta de que había cometido un error de principiante: había comido pronto y muy ligero y no había cogido nada que llevarme a la boca. Quien ha sufrido una pájara no la olvida nunca y yo, cuando me compré mi primera bici de montaña  sufrí unas pocas sin ni siquiera saber lo que era aquello.

Al salir de la Casa de Campo para coger el anillo ciclista la sensación de vacío en el estómago era ya patente y los avisos de lo que vendría después también.   El anillo ciclista, al salir de la Casa de Campo no pasa cerca de comercios que yo sepa, así que ya estaba mentalizado para dar la vuelta en el kilómetro 15 cuando cerca del gimnasio Go Fit  de la calle  Monasterio de El Paular me encuentro con una gasolinera que para colmo tiene sujeta bicis en la puerta y una amplísima variedad de barras de proteínas/energéticas... Parecía puesta allí para mí.  En 5 minutos ya había devorado la barrita y volvía a rodar con optimismo y con una sensación de debilidad en retirada.  Pura coincidencia, pero la calle de esta gasolinera es la de "Avenida del Monasterio de Silos"  donde los monjes benedictinos ofrecen comida y alojamiento a los peregrinos que deciden hacer el camino de Santiago por la Ruta de la Lana (También conocida como Camino de Santiago de Soria).

Atendidas las necesidades del cuerpo, ruedo por el anillo ciclista hasta tomar el carril que enlaza con el de la carretera de Colmenar y que va muy próximo a la ruta jacobea madrileña. Cruzo la M-607 y continuo hasta llegar a la altura de la Universidad Autónoma donde me planteo dar la vuelta aunque finalmente resisto la tentación.

Mi ritmo es muy suave y me adelanta todo perro pichichi, pero no pedaleo atrancado.  Al poco de rebasar el cartel de la carretera que indica el desvío para  "Tres Cantos Sur" mi cuentakilómetros marca el kilómetro 30.  Es hora de dar la vuelta.   Lo hago junto a un poste con la flecha amarilla indicadora del Camino de Santiago. Quizás sea un buen presagio.

La vuelta es básicamente cuesta abajo y me sorprendo rodando mucho trecho cerca de los 30 km/h. Cuando estoy de vuelta en la Casa de Campo agoto el agua del CamelBak, pero ya no paro, sólo quiero llegar a casa y descansar, mis piernas y mi trasero han llegado al límite.

Al final objetivo cumplido, 60 kilómetros, 20 de media y casi 3 horas de bici.

Jueves 22 de junio 2017


En algún momento se me pasó por la cabeza que el entrenamiento del jueves lo haría en las Zetas de La Pedriza, pero llegado el momento lo descarté por falta de fuerza y motivación.  En su lugar y a falta de ver como me había recuperado de la paliza anterior, mi destino fue la Casa de Campo.

Entrenar en la Casa de Campo es a la vez divertido y monótono: está bien porqué hay mucho ambiente ciclista y te sientes más acompañado, pero por otro lado y en lo que yo pretendo, se trata de hacer básicamente los circuitos asfaltados una y otra vez hasta lograr el número de kilómetros pretendidos.

Además del CamelBack con sus 3 litros de agua, esta vez me he animado a añadir a la bici el peso de una cacharra con 1 litro más  a modo de lastre.

Desde que salgo por el portal de casa noto que mis piernas van bien, evidentemente aun no tienen potencia pero se las nota descansadas mientras ruedo de nuevo por Madrid Río.  Al llegar a la Casa de Campo, cojo el ramal de asfalto que pasa por debajo del Puente de los Franceses y sigue recto hasta topar con la M-30, en ese momento doy la vuelta y en  500 metros tomo el desvío que me enfrenta con la primera subida fuerte donde soy adelantado por unos cuantos ciclistas,  justo al final del primer collado soy yo el que adelanta a uno.  El adelantado, peina ya sólo canas y se le ve rodando tranquilo y feliz, pero yo me lo tomo como un triunfo. No volvería a darse el caso en toda la sesión.

El asfalto viene bien ahora que no tengo fuerza en las piernas, porque me permite mantener una cadencia más constante y de manera más fácil, pero los tramos asfaltados del Camino son minoría, así que tengo en mente ir añadiendo pistas y senderos.  En la sesión de hoy incluyo una larga pista de tierra que google maps indetifica como "Carretera Zarzón" que me deja junto a la tapia Oeste del perímetro de la Casa de Campo desde donde asoman unos lujosos chalets de Pozuelo de Alarcon donde no me importaría nada vivir.

A la altura de esos chalets giro 180 grados y deshago el camino hecho por el rápido sendero de bajada que va paralelo a la pista y que me recuerda mis motivados tiempos de biker. No creo que la bajada dure mucho más de 5 minutos, pero la finalizo con la espalda, los brazos y las muñecas doloridas.   Supongo que  he ido agarrotado por la falta de costumbre de lidiar con raíces, roderas, e inercias a las que ya no estoy acostumbrado.

Aun me quedan un par de subidas por asfalto por la carretera del teleférico, curiosamente en ellas encuentro las rampas más duras de la sesión, reseñable es  una de menos de un kilómetro, que antes era de cemento y que ahora está alquitranada en la que la goma de mis neumáticos parece pegarse al suelo y no querer avanzar.

Al final, 43 Kilómetros, que me dejan cansado pero no deshecho... Eso sí, esa noche cogí la cama con mucha alegría.

Lunes 26 de junio 2017

Con mucha motivación metí la bici en la furgoneta y tome rumbo a la Pedriza con el objetivo de hacer la pista circular conocida popularmente como "Las Zetas". La temperatura de 27º era perfecta y el día bonito con mucha luz. Cuando aparqué junto a la barrera de entrada al Parque me sentía con energía y dispuesto a probarme en un terreno que conozco bien y que me iba a exigir desarrollos cortos y mantenidos.

Pero mi gozo en un pozo, nada más sacar la bici de la furgo me doy cuenta de que me he olvidado las zapatillas para pedal automático en casa.. Aun tenía esperanzas, había llevado también los pedales de plaforma porque era el primer día  que usaba los automáticos después de años. Pero la esperanza fue efímera, al mirar hacia abajo y ver mi pinrel desnudo asomar sobre su sandalia me doy por vencido: Game Over.

Tras tragarme el atasco de vuelta a Madrid regreso con el tiempo justo de enmendar el día, al menos aparco cerca de casa.  Me alegro de no cruzarme con nadie en mi camino porque estoy de muy mal humor y se que va a subir el pan si abro la boca.

Por fin salgo de casa montado en la bici y pongo rumbo a la Casa de Campo... Me lleva 20 kilómetros sacarme la mala leche de encima y otros 20 empezar a disfrutar.  En la Casa de Campo hago el circuito  típico sin saltarme ni una coma.  Parar redondear el kilometraje añado alguna variante más de subida al teleférico.   Finalmente llego a casa tras haber recorrido más de 40 kilómetros y contento de no haberme rendido a la frustración.

Miércoles 28 de junio 2017

Hoy toca subir el listón, la última vez que salí ha hacer kilómetros a la carretera de Colmenar mi cuentakilómetros marcó una distancia total de 60 kilómetros.   Hoy toca romper ese techo, se trata de hacer el mismo recorrido por el Anillo Ciclista hasta el Carril bici de Colmenar pero esta vez no dar la vuelta hasta el kilómetro 35.

Sopla bastante viento pero al no tener ningún objetivo de tiempo ni velocidad, lo capeo metiendo desarrollo sin cortarme un pelo.   No sufro mucho hasta el kilómetro 30, donde di la vuelta la vez anterior, pero los 5 kilómetros restantes si pesan.  Al salir de Tres Cantos y con la Renault de Colmenar a la vista mi cuentakilómetros marca el kilómetro 35, hora de dar la vuelta.

Cruceiro junto al cementerio de Fuencarral, Camino de Santiago madrileño junto al Kilómetro 58 del Anillo Ciclista.

El regreso es casi todo el tiempo en terreno favorable y raro es el repecho en el que quito el plato grande y me tengo que esforzar al máximo sobre los pedales.  Sólo me desvio de mi ruta de regreso para ubicar uno de los puntos clave del Camino de Santiago madrileño justo antes de abandonar la ciudad de Madrid, el cruceiro, junto al Km 58 del Anillo Ciclista y el cementerio de Fuencarral.

De nuevo llego a casa superando los 20 Km/h de media, y alcanzando los 70 kilómetros programados, cansado pero no acabado.

Lunes 3 de julio 2017

Vuelvo a la carretera de Colmenar, el objetivo hoy es llegar a los 80 kilómetros de distancia. Se supone que las etapas andaran más o menos en esa media y hay que empezar a asimilarla.

Hoy además voy de estreno, estuvimos el viernes de compras en la tienda oficial de la marca Hoko en Madrid y quiero probar el maillot, los calcetines y sobre todo el culotte del que he leído maravillas en internet.

De nuevo ruedo muy bien hasta el kilómetro 30, sufro hasta el 35 y lo que queda hasta el 40 se me atraganta sobremanera.  A pesar de estar cerca, llegar a la zona de la Renault y el resto de concesionarios de la carretera de Colmena, me supone un gran esfuerzo y engranar cada vez piñones con más dientes. Pocos respiros hay hasta Colmenar Viejo, las rampas son cada vez más duras y voy con la bici clavada, sólo la motivación del viaje a Santiago impide que me de la vuelta.

En estos kilómetros de luchar contra mi mismo pienso que el sufrimiento también se entrena y que eso es precisamente lo que estoy haciendo.

A mi izquierda veo que rebaso la torre de la basílica de Colmenar y que me acerco al nivel de la plaza de toros. El carril bici comparte a esta altura recorrido con una cañada ganadera cuando aparece por fin el número 40 en la pantalla digital de mi cuentakilómetros.

Retrocedo un kilómetro antes de parar a tomar una barrita energética; lo hago en un viejo puente de piedra que identifico erróneamente con el mal llamado puente romano de Colmenar. Menos mal que existe internet para no ir de listillo.
3 de julio Km 39 de entrenamiento, Puente junto a Cañada Real y Carril Bici

Cuando regreso al anillo ciclista me quedo sin agua en el Camelbak... Tomo nota mental, en un día caluroso pero sin excesos me he bebido 3 litros en 3 horas y aun queda trecho.  Por suerte esto sucede recien pasado el punto kilometrico 58 del anillo, donde el carril bici cruza con el Camino de Santiago y por eso ,y por "San google maps" sé que a pocos metros hay una zona de descanso con fuente.

Tras repostar agua sigo pedaleando hasta la Casa de Campo, a esa hora  la luz del día se bate en retirada y las gafas que llevo se me vuelven muy incómodas y oscuras. Las aguanto en la cara porqué los ojos ya me lo han hecho pasar bastante mal y necesito protegerlos.

Llego a casa muerto, y con el culo rojo como un mandril. Mi recien estrenado culotte Kaze II 
Culotte Kaze II
tiene muchos aspectos positivos, pero la badana que es muy cómoda en los apoyos principales donde es más gorda, tiene una zona periférica en la que el mullido es casi inexistente y que precisamente es donde el culo articula continuamente con el sillín. Tengo que volver a probarlos pero hoy vuelvo decepcionado y escocido.  

Maillot Taro
El maillot sin embargo, que es bastante poco convencional tanto por su tejido (polipropileno) como por su diseño totalmente ceñido al cuerpo, me ha convencido a la primera, el polipropileno cumple lo que promete y te mantiene seco y aislado de la temperatura exterior y el diseño ceñido favorece estas propiedades del material.

http://www.hoko-esport.com/hombre/calcetines/kimo-trail-running-deportivos-antiampollas-h3001.html
Calcetín Kimo
De los calcetines no puedo decir nada más que son chulos y que ajustan perfectamente. Tras los primeros 40 kilómetros se me hincharon los pies y a penas soportaba la presión en las uñas, pero de este hecho los calcetines no tienen absolutamente nada que ver, resulta que mis zapatillas Mavic Razor son de la talla 42 2/3 y yo habitualmente calzo la 43, así que hoy después de 3 años de uso, y otros 3 de dormir en un cajón, he recordado que me quedan pequeñas, inviables para una ruta de 10 días. Para salidas cortas o sin calor cumplen, pero cuando el pie se hincha... 

Gema ha hecho la cena y yo ayudo lo que puedo en la fase de recoger, lo que puedo es un decir... Menos mal que es indulgente conmigo.

Caigo en la cama como si me hubieran metido un tiro, han sido 80 kilómetros y casi 4 horas de bici a 21,5 km/h.  Objetivo cumplido.

Miércoles 5 de julio 2017

El mártes deambulé por el trabajo como un zombi, todo me resultaba costoso. La rutina habitual de ir  al Bulder King fue descartada desde el primer momento.  Al llegar a casa saqué a  Pepa  a dar una vuelta corta e intenté echarme un rato, pero creo que no conseguí dormir.  Estaba demasiado cansado para desconectar.

El miércoles me levanté igual, renegando del reloj, de no ser multimillonario... vamos como siempre, pero con mucho más sueño de lo habitual.  Sin embargo, a medida que avanza el día, cafés mediante,  fuí resucitando. Tras el paseo con Pepa esta vez sí conseguí dar una cabezada y, cuando Gema me dijo que daban lluvia el resto de la semana, lo tuve claro,   montar en bici con lluvia es en mi caso igual a resfriado así que toca dar pedales.

A las seis de la tarde cruzo en solitario Madrid Río rumbo a la Casa de Campo, me noto muy bajo de energía pero las piernas no paran su pin pan pin pan pin pan y cuando me quiero dar cuenta estoy en la primera rampa.  44 kilómetros más tarde estoy entrando en el portal de casa con los deberes cumplidos.  Físicamente estoy reventado pero hasta el lunes hay tiempo de irse recuperando.

Lunes 10 de julio 2017


El lunes repetí  Casa de Campo, había tenido un buen fin de semana escalando, y me faltaba un poco de motivación para grandes intensidades ciclistas.

A estas alturas, aun no noto una mejoría reseñable sobre la bici, y por contra he acabado dejando de lado el entrenamiento semanal en rocódromo para recuperar mejor.   A veces tengo dudas, de si es una buena idea todo esto, de si merece la pena o de si saldrá bien.

En la Casa de Campo repito mi rutina y añado tres kilómetros más de pistas y senderos...  Es una forma de decir que no me rindo.

Completo una sesión de 47 kilómetros a 20 Km/hora de media.  Es de recibo comentar que el culotte Hoko Kaze cumple en esta distancia y no vuelvo especialmente escocido.  El Maillot cada vez me gusta más.


Transportín Topeak Uni Super Tourist DX Disc
Miércoles 12 de julio 2017

He recuperado muy bien del entreno del lunes y estoy animado. Antes de salir instalo mi nuevo transportín en la bici. Es de la marca Topeak, el modelo SuperTourist Disc (30 euros).  Uno de los mejores que se pueden comprar pero no exactamente el que quería. Cuando lo compré metí la pata por partida doble: por un lado yo creía estar ordenando la versión adaptable a bicis de distinto diámetro de rueda y cuyo nombre exacto es Uni Super Tourist Disc DX, (que como puede verse sólo se diferencia en la palabra "Uni") y sin embargo encargué la versión fija para rueda de 26" y, para rematar la tontería en vez de pedir una unidad pedí dos.

Esta claro que el cansancio y las prisas por irme a la cama el día que hice la compra me jugaron una mala pasada.

Al final he decidido quedarme con uno, porque es un buen cacharro y me sirve para mi bici actual y también para la de Gema, si en un futuro cambiase mi bici por una de tamaño de rueda mayor, pero sobre todo porque el tiempo apremia y no quiero estar con el agua al cuello por piezas que se pierden por el camino.

El otro lo tengo empaquetado para devolver, es la primera vez que lo hago en una compra por internet, veremos como se portan en Chain Reaction.

Hoy toca la Carretera de Colmenar y el objetivo inicial es al menos igualar los 80 kilómetros de la úlitima vez, pero albergo la esperanza de  prolongar esos kilómetros hasta  el desvío hacia la carretera de Manzanares el Real y Soto.

Las sensaciones iniciales son buenas, tanto que tengo que contenerme, se muy bien que esto no es como empieza, sino como acaba.

Hasta el kilómetro 30, llego bien, pero  la energía inicial se ha evaporado, de nuevo sufro mucho hasta el 35 y lo que paso desde el 35 hasta el 41 es un calvario que no aventura nada bueno para los kilómetros de vuelta.
 
Kilómetro 41, con la bici encarada en la dirección de vuelta a Carabanchel

Por primera vez desde que hago este recorrido, me cuesta mantener el plato grande y a la primera ondulación del terreno es el plato mediano el que manda. Ni siquiera en llano puedo recurrir al plato de 44 dientes, sólo cuando el terreno es claramente favorable puedo volverlo a engranar.

Agoto los 3 litros de agua del CamelBack  practicamente dejando atrás Tres Cantos, y me mantengo sin beber hasta que llego a la fuente próxima al Km 58 del anillo ciclista en la que paré la vez anterior.   Tengo que intentar dosificar lo que bebo o puedo tener problemas serios durante El Camino. La sensación de sed aunque molesta  no era desesperante por saber el sitio exacto donde poder repostar agua.

Estoy a tan sólo un mes de la fecha de salida y no llevo pensamientos positivos mientras pedaleo por el carril bici hacia casa, se me pasa por la cabeza tirar la toalla y cambiar de proyecto pero resisto un día más.

Llego a casa reventado, a las 22:40, en peores condiciones que la vez anterior, con ampollas en la zona de los isquiones, además de porqué debo tener el  trasero poco curtido también porqué mi otrora culotte de referencia, el Gore Bike Wear,  pide a gritos la jubilación. Otro gasto más y ya van... Mejor no pensarlo.

Finalmente completo 82 kilómetros, 2 sufridos kilómetros más que la última vez, a una media de unos dignos 20 Km/h.

Domingo 16 de julio de 2017

Este finde es clave en la tesis de mi chica y la escalada ha quedado aparcada, en su lugar siempre hay cosas que hacer en casa, pero el domingo no, el domingo toca bici.

Me he levantado a las 8 de la mañana y las 9:20 me despedía de Gema junto a la furgo antes de poner rumbo a Manzanares El Real,  hoy tocan "Las Zetas" una clásica betetera madrileña que conozco bien.

Esta vez no me he dejado nada imprescindible en casa, así que a las 10:15 con muchísimo ambiente ciclista en la entrada principal del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares empiezo la ruta.

Voy muy despacito a menos de 10 km/h  y algunos me pasan flechados. Poco a poco las piernas van calentando y aunque no aumento el ritmo las sensaciones derrotistas van desapareciendo.  Cuando llego al "Comedero de buitres" estoy hecho a la cadencia de ir con el plato mediano y jugando con los piñones 5º y 9º.

Comedero de Buitres.  Así se ha llamado siempre ha este collado en el que se dejaban reses muertas para alimentación de los Buitres.  Esta actividad creo que lleva años prohibida por la enfermedad de las vacas locas.

Este lugar es parada obligada  para los que vamos justos de forma, aunque se obvia una vez que ya has adaptado tu físico a estos desniveles. Pocos metros más adelante sale el desvio que sube a la Pradera de la Nava... Hoy no toca, pero es una buena subida que deja en una zona muy bonita cerca de cuerda larga. Para mí las aunténticas Zetas incluyen este ascenso también.

La bajada que tengo por delante es por pista a veces más compacta y a veces más arenosa, hay que tener cuidado y volver a pillar el tacto a los frenos, las inercias son fuertes y hay que anticiparse mucho a las trazadas.

Después de este pequeño descanso llega la última subida, son 4 ó 5 curvas de herradura con sus correspondientes tramos de pista empinada entre medias finalmente pierde un poco de altura para cruzar un puente y tomar una curva donde la pista es atravesada por la senda que baja desde Bola del Mundo (Alto de Guarramillas) y que acompaña a los primeros metros del Río Manzanares que nace muy cerca, en el Ventisquero de la Condesa.

Última rampa de subida que nos deja en el Collado de los Pastores, ésta si es parada obligatoria para todos los ciclistas que hacen la ruta, de hecho me la encuentro muy concurrida.  Aquí hay un mirador con unas fotos para poder identificar el paisaje.  En épocas menos cálidas también es el lugar donde abrigarse antes de encarar la larga bajada hasta Cantocochino.

Collado de los Pastores, a tiro de piedra de la Maliciosa

El descenso es por pista ancha pero hay que tener cuidado, la pista está muy machacada y  a veces es traicionera, hay gente que se ha hecho mucha pupa por aquí.

A pesar de que tengo que parar un par de veces  a recuperar la multillave y los desmontadores que han salido despedidos de su sitio en la bolsa del sillín, no tardo más que unos minutos en llegar a Cantocochino en el descenso más precavido que le he realizado a la ruta.  La parte asfaltada que queda hasta salir del Parque es mucho más llevadera en sentido de salida.


Total 38 Kms., en los que he invertido tres horas y un minuto (más 15 minutos en paradas), a una media de 12,6 Km/h y alcanzado una máxima de 61 Km.


Hoy estrenaba nuevas zapatillas para pedal automático, las Five Ten Kestrel de cordones y sus correspondientes calas Shimano SH-51, combinación perfecta, las pongo un diez en todo.










Martes 18 de julio de 2017

Hoy no tengo nada de ganas de entrenar, cojo la bici con la misma motivación que un cordero degollado. Será una sesión especialmente corta, Gema lee la tesis mañana y el paseo de Pepa es cosa mía.

Por hacer algo diferente abandono mi circuito de asfalto y retomo la tierra para hacer el perímetro a la Casa de Campo.  Poco a poco voy saliendo de mi desgana sobre todo al tratar de dominar la bici en alguna zona rápida.  Me noto torpe en este menester.

La cuesta más empinada del perímetro presidida por una torre de alta tensión no me coge desprevenido. Habré echo este recorrido 400 veces y se que tiene un último remate de unos 5 metros en el que es difícil acertar con el plato y con la posición sobre la bici: sentado se encabrita la rueda delantera y de pie derrapa la trasera, hay que dar con el sitio exacto. Yo no lo hago y desengancho la cala  en el último segundo antes de perder el control de la bici. A mis limitaciones sumo el desgaste de mi cubierta trasera Maxxis Larsen TT con el taqueteado central comido antes de tiempo por usarla en asfalto.

Cerca de Batán hay una escalinata que solía añadir a mi repertorio de "lugares técnicos", la tomo sin pensármelo dos veces y me arrepiento casi enseguida, por suerte la cosa acaba bien y me llevo de regalo un chute de adrenalina.

Llego a la zona del lago con tiempo de sobra para redondear la sesión, así que acabo la jornada con el circuito de asfalto con el que suelo iniciar mis rutinas habituales en la Casa de Campo.

Casi 35 Kilómetros y una hora y media de bici después cruzo el portal de casa.  Acabo con más energía que la que tenía al empezar, me ducho y junto a Pepa termino la tarde en el Madrid Río con sus colegas de parque.


Jueves 20 de julio de 2017

Tenía ganas de que llegara este día, estar a 20 de julio supone que Gema leyó ayer su tesis doctoral y que por tanto, ha puesto el broche de oro al esfuerzo académico de su vida, y también porqué cuento con ella como apoyo para realizar un ensayo general de lo que será la primera etapa del Camino.

Como en otros entrenamientos me pongo en marcha pasadas las cinco de la tarde, y al igual que otras muchas veces atravieso Madrid Río para llegar a la Casa de Campo y tomar el anillo ciclista, que esta vez abandono en el kilómetro 58 desde donde tomo por fin la ruta jacobea.

 Desde aquí pedaleo por terreno totalmente desconocido guiado siempre por la flecha amarilla que va apareciendo aquí y allá no siempre de manera tan evidente como esperaba.  De cuando en cuando algún mojón de piedra con la concha jacobea muestra la distancia a la ciudad gallega.

Mis cubiertas rodaran desde aquí hasta Manzanares el Real, mayormente por pistas y caminos  a veces cubiertos por una fina capa de arena suelta que complica el manejo de la bici.  La velocidad de crucero en el Camino, es bastante inferior a la del carril bici del que corre paralelo y en el que desemboco excepcionalmente a la altura de Tres Cantos.

El rodar fácil por terreno sin gracia dura poco. Sin haber rebasado Tres Cantos, a la altura de una caseta del Canal de Isabel II,  abandono definitivamente el carril y me interno por terreno ganadero bañado por la vega del Arroyo de Tejada cuyo curso prácticamente seco cruzo 11 veces por pasos preparados para permitir el tránsito de vehículos a motor.

Retomo el asfalto al llegar a Colmenar, la entrada se realiza por la calle del cementerio y la Ermita. de Santa Ana.  En las calles del Municipio las flechas amarillas se reducen al mínimo, y hay que agudizar los sentidos, especialmente a partir de la Basílica de la Asunción de Nuestra Señora donde una fuente permite reponer nuestras muy menguadas reservas de agua.

Me paso un cruce en la avenida que circunvala Colmenar, pero enseguida me doy cuenta y retomo el buen camino que me hace atravesar un parque y de nuevo dejar atrás el asfalto.  Por fin conozco el puente medieval que todos conocen como el "Puente Romano" y que realmente se llama "Puente del Batán" A partir de aquí la senda se complica mucho técnicamente.  Aunque trato de evitarlo, de cuando en cuando tengo que echar pie a tierra para sortear alguna zona rocosa que me queda grande, son pocas las veces que esto sucede, pero todas se concentran en este tramo.

No imaginaba la llegada a Manzanares desde una posición tan elevada, mi situación es mucho más alta que la del pueblo al que llego por una zona del embalse que no conocía cercana al cementerio.

He quedado con Gema en Cantocochino así que atravieso la barrera de acceso al parque y con gran esfuerzo, mucho desarrollodo y ganas de terminar, asciendo por la carretera hasta el Collado de Quebrantaherraduras. Lo duro ya está hecho, sólo queda dejarse caer y dar unos pocos pedales hasta Cantocochino.

Gema a traído la cena y en el bar nos sirven la bebida, Gema y Pepa también se han dado un buen paseo pedricero y nos la comemos con muchas ganas.

He tardado unas 5 horas en hacer algo más de 60 kilómetros, se puede mejorar, pero de momento el reto de hoy ha concluido con éxito y algunas valiosas enseñanzas.

En esta ruta he estrenado unas nuevas empuñaduras de la marca GES, que han sustituido a mis desgastados Giant XC.  No me han gustado mucho la verdad, sobre todo porque al igual que los sustituidos son demasiado estrechos para mi mano pero también, porque el tacto de la goma me parece demasiado duro.

Martes 1 de agosto 2017

Después de una semana en Quirós centrados en la escalada, tocaba retomar la bici.  El viernes de la semana que viene, 11 de agosto, tengo previsto iniciar mi Camino a Santiago, y esa semana me la quiero  tomar de descanso ciclista y centrarla en el resto de preparativos.   Así pues último entrenamiento duro, esta vez quiero llegar un poco más lejos, hasta el puente en el que el Carril bici de Colmenar Viejo se une al ramal que lleva a Soto del Real.

En esta salida estreno unas nuevas empuñaduras de la marca Hutchinson modelo Bulldog Comfortable Grip, bastante más gruesas que las GES que estrené  en mi último entrenamiento y que no me han convencido nada, y especialmente,  un culotte de la marca Inverse, réplica del de la selección española de ciclismo, con una badana fabricada con tres dendensidades de espuma con una muy buena pinta y con la que tengo la esperanza de acabar con mis rozaduras culeras.

Hago 35 kilometros cómodo, fresco de piernas y sin molestias provenientes del sillín.   Las zapatillas Kestrel son un acierto, me alegro un montón de haberme decidido a comprarlas no me acuerdo de los pies ni para lo bueno ni para lo malo. Lo mismo puedo decir del maillot Hoko a años luz de cualquier otro que haya podido tener en cualquier época de mi vida. Con las nuevas empuñaduras, al principio tengo la sensación de haberme vuelto a equivocar pues son mucho más anchas que las anteriores, pero tengo una mano grande y no tardo mucho en sentirme tremendamente cómodo con ellas. Quizás para MTB puro  hubiese estado mejor la versión más fina  de los mismos puños, que en vez de comfortable grip se llamaban algo asi como Comp Grip o parecido, pero para un viaje cicloturista todo son ventajas, después de esta salida ya no veo necesidad de comprarme unos guantes nuevos, voy cómodo con mis viejos Specialized Comp.

A partir del Kilómetro 35 vuelven las rozaduras en la zona de los bordes del sillín y también se acaban las alegrías físicas, el camino rojo se empina, la mirada cae a la rueda delantera y tengo que estirar el desarrollo para no parar.

Cuando el cuentakilómetros marca el Km. 44,11 estoy sobre el puente que une los carriles de Colmenar y Soto, momento de dar la vuelta tras el oportuno Whatsapp a Gema y la barrita energética de rigor.

El camino de vuelta me es favorable pues fundamentalmente tiende a bajar, pero voy cansado y noto el CamelBak inquietantemente ligero.  El diablo es listo no por diablo sino por viejo, así que tirando de experiencia dosifico el agua al máximo intentando estirarla hasta la fuente del anillo ciclista donde ya he parado otras veces y al mismo tiempo dosifico también  las escasas fuerzas que me quedan dejándome caer en algunas bajadas y tratando de no forzar el desarrollo.

Llego a la fuente con el último chupito de agua del Camel, y con mucha irritación en el trasero, allí me tomo tres o cuatro minutos entre el repostaje de agua, comerme una nueva barrita y sustituir las gafas de sol por la de cristales transparentes.

Cuando el día ofrece sus últimas luces estoy cruzando la Casa de Campo, la temperatura ha bajado considerablemente y el terreno tiende a llanear, vuelvo a rodar bastante alegre, quizás sean las ganas de llegar a casa mezcladas con las de levantarme del sillín que me está torturando. Lo hago a las 22:15 tras más de 4 horas de pedaleo.

Al quitarme el culotte puedo ver la silueta del sillín tatuada en mi piel con pequeñas ampollas incluidas.   Ahora mismo la comodidad sobre el sillín parece ser mi mayor hándicap para concluir con éxito el Camino.   Si en un día acabo así, habrá que ver que ocurre tras 10 días ininterrumpidos de ciclismo con más tiempo sobre la bici.  El tiempo me dará las respuestas. Para que sean las que quiero oir  me quedan dos o tres ases en la manga con los que jugar.


domingo 6 de agosto de 2017

Después de la páliza del martes, pensé que no volver a montar en bici hasta el día de la partida era una buena idea, pero repuesto el cuerpo y hacia el final de la semana cambié de opinión. Un último esfuerzo con 4 días seguidos de descanso puede ayudar a llegar al día de la partida en mejores condiciones.

Por otro lado, durante esta semana me he comprado un tercer culotte y  le he hecho algunas actualizaciones importantes a la bici: Sillín, cubierta y freno trasero.  Partir sin probarlas me resultaba demasiado temerario.

Así las cosas, este domingo el despertador nos ha sacado de la cama a las 7 de la mañana y a las 9:15 estabamos cruzando la barrera de entrada a La Pedriza.

Nada más traspasarla detenemos la furgo y desembarco, hemos venido juntos pero con proyectos diferentes: Gema y Pepa harán una ruta hasta el Yelmo desde Cantocochino y yo repetiré Las Zetas desde la barrera. Si todo va bien en 4 horas nos reuniremos en  Cantocochino para comer.

A punto de comenzar junto a la barrera de entrada al Parque

A los dos minutos de empezar a rodar Gema me rebasa con la furgo y definitivamente me quedo solo.  Voy bastante fresco de piernas y en cuanto a comodidad, el nuevo culotte del Decathlon el B'Twin 900 y la nueva versión del sillín Duopower Arrow parecen entenderse bien.

Como no todo pueden ser alegrías,  cuando la carretera empieza a empinarse y recurro a piñones más grandes, el cambio empieza a saltar sin terminar de engranar la corona que necesito. Intento no desesperarme... La cadena es relativamente nueva, pero hasta la fecha se había entendido bastante bien con el cassette, incluso en esta misma ruta que hice hace menos de un mes.  Que salte ahora no tiene sentido.

Sin bajarme de la bici, lucho con el último piñón que puedo engranar y manipulo el tensor del cambio, al principio añadiendo tensión al cable y luego quitándosela.  Contra pronóstico pulso la tecla adecuada y logro resolver el problema antes de coronar Quebrantaherraduras.

Rodando tranquilo llego a la última barrera que corta el paso a los vehículos a motor e inicio el ataque a las "Zetas".   Me siento mucho mejor que la vez anterior y ruedo fácil en piñones cómodos, hoy no se me pasa por la cabeza abandonar.

 Cerca del cómedero de buitres me rebasa un ciclista al que había ido viendo aproximarse desde kilómetros atrás. Cuando lo hace me da ánimos, se lo agradezco y le pregunto  si va a subir a la Pradera de la Nava. Me dice que le está dando vueltas a la idea. Le digo que yo también y que si se anima él, a mi me pondría la decisión mucho más fácil.

Le vuelvo a encontrar en el mirador que hay antes del comedero de buitres.  Tras las fotos de rigor decidimos acometer juntos esta dura ascensión de 6 kilómetros.  Iniciadas las primeras rampas, tal y como era de esperar, el ritmo de ambos es diferente y le digo que no me espere  que nos vemos en La Nava.

La pista está en mucho mejor estado del que recordaba. Quitando algún tramo corto de arena y piedras, en nada se parece al recuerdo que tenía de ella.

Mientras asciendo me cruzo con varios ciclistas que regresan de la Nava y tentado estoy de preguntarles si queda mucho para el final, pero cayo porque lo considero un síntoma de debilidad que no me apetece manifestar y sigo dando pedales.

Pedalada a pedalada llego al final de la pista donde me espera Javier, que así se llama mi colega de ascensión.

Mientras repongo fuerzas con una barrita  recibimos la visita de unas simpáticas vacas que muestran un gran interes tanto por mi faro trasero como por el casco de mi colega, ambos de color verde.  Una a una nos van rodeando curiosas pero sin ninguna hostilidad hasta que al ponernos de pie para iniciar el regreso a la pista principal disuelven la reunión temerosas de nosotros.

Oye tu mi amol' ¿Qué haces tan solita  por aquí?

Esta vez soy yo el que enseña la rueda trasera a Javier que baja con bastante más precaución. Mi recien estrenada cubierta Vittoria Saguaro (antigua Geax) junto con mi también nuevo freno de disco Shimano SLX me aportan mayor tracción y frenada y me animan a aflojar algo la correa del sentido de la imprudencia.


Me despido de Javier que desciende por el mismo camino de ascenso al Comedero de Buitres mientras yo sigo rumbo al Collado de Los Pastores.  Las alegrías físicas se han acabado tras la subida a La Nava y sufro mucho cuando vuelven las rampas de ascenso.  Estiro como puedo el desarrollo y ruedo por tramos a velocidades de entre 5 y 7 Km/h  pero no echo pie a tierra, resisto y corono el Collado cuando estoy a punto de petar.

Collado de los Pastores. He llegado exhausto. Desde aquí quedan 11 kilómetros fundamentalmente de bajada. Mi bici, "La Santiaguera", espera a que recobre el resuello para galopar hasta Cantocochino.

Me doy unos minutos para una nueva barrita y recuperar el resuello, y ataco el descenso con decisión.  La bici va realmente bien y yo  voy mucho mas acoplado a ella.   Por tramos suelto el freno y con las mano bien firmes en las empuñaduras me concentro en elegir bien la trazada y.... ¡¡¡a disfrutaaaaar!!!!.

En menos que canta un gallo llego a Cantocochino y me reuno con Gema y Pepa, bajo la sombrilla de uno de los chiringuitos ingerimos un litro de cerveza sin alcohol, un bocadillo y un helado, nos ponemos al día de nuestros respectivos itinerarios y nos enseñamos las fotos que ilustran nuestras vivencias.

Hemos culminado con éxito nuestros propósitos deportivos del domingo y podemos ir a refugiarnos a casa el resto de la tarde.  El Sol se está entregando a fondo y hay que ponerse a salvo.

El entrenamiento está concluido, soy consciente de que hay quien inicia y culmina el Camino de Santiago sin haber cogido la bici ni un sólo día y habiendo gastado lo mínimo en equipamiento. Otros, tendrán el mountain bike como deporte habitual y no estarán preocupados por el reto físico. Ciertamente cada uno es un mundo.  Yo, por mi parte, ahora sé que en 3 ó 4 meses no se fabrica un ciclista y no se si concluiré mi viaje a Santiago con éxito, si me haré la típica foto junto a mi bici en  la Plaza del Obradoiro o si entraré a la catedral para dar gracias por un buen Camino.  Tampoco sé si la cosa se torcerá y tendré que abandonar por problemas físicos, mecánicos o de cualquier otra índole.  Se trata de intentar tener una buena experiencia y yo me he preparado para ello como mejor sé.  Luego vendrá el día a día a poner los puntos sobre las íes.   De una manera u otra espero que el poso que quede sea positivo. La aventura está servida.

miércoles, 21 de junio de 2017

Camino de Santiago desde Madrid en bici. Capítulo 1º. Antecedentes.

21 de junio.

He hecho dos veces el camino de Santiago, las dos en bici.  La primera desde Pamplona con David,  en julio de  1993.  Aquel fue un viaje intenso, mi primera gran aventura.  No todo salió bien, pero creo que así son las auténticas aventuras. Nos sobraba el tiempo, pero no podíamos relajarnos ni un segundo porqué no teníamos ni un duro. Dormimos bien, mal y muy mal, comimos alternando los bocadillos de salchichón con los de mortadela y pasando a veces hambre.  Mi bici, mi primera mountain bike era una BH Alu 500... Yo  adoraba aquella bici.  Llegamos al Monte del Gozo, me emocioné al ver las torres de la catedral y sobre todo al volver a ver a David que se había accidentado la mañana de ese mismo día. Al día siguiente, juntos de nuevo, rodamos hasta entrar en la plaza del Obradoiro. Por supuesto, acudimos a la misa del peregrino y no nos planteamos ni por una décima de segundo si eramos o no congruentes con nuestras propias convicciones religiosas. El Camino de Santiago empieza siendo un viaje de aventura, y acaba siendo un viaje espiritual  se quiera o no.

El segundo Camino, lo hice años más tarde, no podría precisar cuando, pero es posible que aun fuera universitario.  Lo hice con Marce, también en bicicleta, de hecho a Marce le conocí montando en bici y fuimos amigos mientras mantuvimos la pasión por las dos ruedas y los pedales. En aquella ocasión hicimos el "Ramal Aragonés" que va desde Somport a Puente La Reina, y allí, como estaba previsto, pusimos fin al mismo.  De este viaje, a pesar de ser más reciente en el tiempo, mantengo unos recuerdos más difusos... Recuerdo la belleza decadente de la estación internacional de Canfranc, el albergue Pepito Grillo y el enfado (con razón) de su dueño que nos insistió en que no metieramos las bicis dentro de la cabaña y al que no hicimos caso. Recuerdo sentirme avergonzado porqué le dimos nuestra palabra y luego no le dimos valor.  Recuerdo vagamente la Foz de Lumbier porque mientras la recorríamos tenía muy presentes en mi cabeza la noticia del tiroteo entre ETA y la Guardia Civil sucedida allí unos años antes, recuerdo rodar horas bajo la lluvia y, raro en mí, no acabar constipado.  Recuerdo un camino mucho más solitario y en el que apenas nos relacionamos con nadie...  También recuerdo percibir cierta hostilidad hacia nosotros en Puente la Reina.

Ahora que escribo estas líneas, me doy cuenta que un Camino de Santiago que no tiene como objetivo llegar a Santiago (se logre o no) no es un Camino de Santiago en absoluto, es simplemente una ruta cicloturista lo cual no es malo ni mucho menos, pero sí que es diferente.

Este año es posible que me embarque en mi tercer Camino de Santiago, así parece que será si nada se tuerce.  Ayer, acompañado por Gema y Pepa acudí a la calle Carretas a la Asociación de Amigos del Camino de Santiago para adquirir la credencial del peregrino, el listado actualizado de albergues y sobre todo la guía.  A Pepa no la dejaron cruzar la puerta de la asociación, nos pidieron que la dejáramos atada en el descansillo, ésto, en la práctica, hizo que  cruzara solo el umbral de aquellas oficinas y que sintiera el primer momento de zozobra emocional que enseguida pasé a mezclar con la percepción del estómago dando saltos ante la mera posibilidad de materializar una vivencia así.

Esta vez, el plan es ir sólo.  Gema no pude venir, Pepa tampoco y de no poder ser un viaje con ellas no soy capaz de imaginar un viaje con nadie más. Si esto sigue adelante, saldré el 11 o el 12 de agosto y espero llegar a Santiago el domingo 20 lo más tardar. No se que tal llevaré lo de estar sólo, no se si lo soportaré o si no, no se si llegaré en un estado de forma ciclista aceptable a la fecha de la partida y tampoco se si tendré algún problema físico o mecánico que me impida llegar a mi destino.  Esto es exactamente lo que es una aventura y yo, desde que volví junto a Gema de Nepal, tengo una gran necesidad de volver a vivir una.